El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad inauguró ayer una planta para la producción de agua pesada, pese a las críticas y las presiones internacionales para que Teherán suspenda sus actividades nucleares.
El agua pesada, sobre cuya producción los iraníes habían comenzado sus investigaciones hacía ya doce años, se utiliza como refrigerante en los procesos para la fisión de uranio.
Ahmadineyad, en un discurso tras la inauguración de la planta de Arak, a unos 400 kilómetros al suroeste de Teherán, insistió en que su país no renunciará a "sus derechos nucleares", tras reiterar que el programa de Irán tiene fines pacíficos.
También dijo que la República Islámica no constituye ninguna amenaza para los estados de la región, incluido Israel, país que Teherán no reconoce.
"Deben aceptar la realidad de un Irán potente, pacífico y desarrollado. Es una cosa que puede servir a todos los pueblos y los gobiernos de la región", dijo el líder iraní, en alusión a las presiones de la comunidad internacional en relación con el programa nuclear de su país.
"Un Irán desarrollado favorece la paz y la seguridad internacionales", recalcó.
DERECHO SOBERANO
El canciller iraní, Manouchehr Mottaki, dijo que ningún país podría forzar a Irán a abandonar su programa nuclear "con fines pacíficos".
Irán, así como Corea del Norte, tienen programas atómicos furtivos.