Desde muy temprano la efervescencia que los panameños mostraron en su recibimiento al campeón de salto largo, Irving Saladino, era innegable.
Y es que para el pueblo istmeño festejar y, sobre todo, salir a las calles para mostrar su alegría era lo menos que le podían dar al campeón de campeones.
La emoción, el entusiasmo y la alegría quedará impresa en las memorias de todos los panameños que fueron a presenciar y a reflejar el patriotismo que durante muchos años no se hacía sentir en una celebración a nivel nacional.