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EL AEROPUERTO ERA UN CLAMOR Y LA AERONAVE TAMBIEN
Ídolo de todos

Carlos Figueroa ([email protected]) | Crítica en Línea

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El campeón Irving Saladino descendió del cielo para alegrar a un país. (Foto: Jorge Silot/Gonzalo Bocanegra/Miguel Cavalli / EPASA)

El avión presidencial sobrevoló varias veces sobre el cielo de Albrook para descender a eso de las 11:35 a.m., con el campeón olímpico.

Un gran estruendo se escuchó por toda la pista de aterrizaje, eran los gritos del pueblo, de la gente que desde horas tempranas de la mañana de ayer había llegado con banderas y pancartas a las inmediaciones del aeropuerto Marcos Gelabert.

Irving Saladino tardó algunos minutos en descender del avión y cuando lo hizo provocó una ovación al unísono y las lágrimas corrieron por las mejillas de una chica que vino desde Veraguas para ver de cerca a su ídolo. Como ella, muchos lloraron de la emoción.

El campeón colonense se asomó vestido con una camisa blanca, con una bandera en su mano derecha y con la izquierda sujetó la medalla, enseñándola al cielo de Panamá. En ese momento el oro brilló más que nunca e iluminó a toda una nación.

Fue el primer contacto de Saladino con la patria, la primera pisada de ese "Canguro" que ha pasado a convertirse en un ídolo.

Tras bajar del avión, Saladino caminó junto a sus padres y hermanos a uno de los autos descapotables que lo esperaban para llevarlo a las escalinatas del Canal. Luego, no sé por qué, se cambió para otro carro del mismo tamaño y color que el primero. Allí la gente se le fue encima, los periodistas sobrepasaron la seguridad para entrevistar al héroe, sacar las primeras palabras.. fueron cinco minutos de locura, empujones y parafernalia.

Irving sólo alcanzó a decir que estaba orgulloso, feliz por el recibimiento de su gente y mostró su amplia sonrisa para las fotos y las cámaras.

Después vino la lluvia, para bendecir la llegada del medallista de oro olímpico y la celebración se trasladó a la tarima principal y a las calles de Panamá.



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