Ahora que el país registra un excelente crecimiento económico, poco se habla del peso de la deuda que ya alcanza los 10 mil millones de dólares.
Ya parece haber pasado el tiempo de la contratación de empréstitos para balancear el presupuesto anual.
Sin embargo, se hace necesario establecer un programa para reducir esos compromisos con los acreedores. Ahora que hay bonanza debemos adoptar mecanismos para el momento en que lleguen las vacas flacas.
La ampliación del Canal de Panamá y los grandes proyectos de construcción que se contemplan, generarán ingresos extraordinarios para el Tesoro Nacional, lo que sumado a las reformas tributarias introducidas hace un par de años, alimentan las arcas del Estado.
Ya no hay déficit en las finanzas públicas, sino que hablamos de superávit, por lo que los economistas del Estado, deben establecer un programa para bajar el peso de la deuda.
Para un país tan pequeño como Panamá es excesivo tener una deuda de 10 mil millones de dólares, la mayor parte de ella contratada durante la década del régimen militar que gobernó al país, que cuando tomó el control del país os compromisos con los acreedores del país no llegaban ni a 300 millones.
Hay que ser responsables en el manejo de las finanzas públicas.
No sólo debemos preocuparnos por el balance de los ingresos y egresos del momento, sino que hay que ver de cara al futuro.