Los seres humanos son difíciles de entender. Hay personas que cada domingo concurren a misa. En la iglesia se transforman, asienten con movimiento de cabeza todos los sermones del sacerdote en los que cuestiona el comportamiento de la sociedad. ¡Es verdad todo lo que dice el padre!, exclaman estos feligreses.
Salen de la parroquia casi santificados, pero cuando retornan a su entorno cotidiano se les olvida todo lo que dijo el cura. Hablan mal de su prójimo, son egoístas, serruchan al compañero, no le brindan ayuda al necesitado y andan llenos de rencores.
En fin, hacen todo lo contrario a lo que les predicó el sacerdote en la misa. Si se encuentran a alguien con su misma ficha y facha, es decir que se comporte como ellos, se escandalizan y murmuran contra su similar.
Es mejor que me lo den vivo que bobo, expresan algunos, cuando se encuentran con personas que encajan perfectamente bajo estos parámetros.
El domingo próximo volverán el mismo círculo vicioso. Bien temprano acuden a misa, repiten los mismos gestos de la semana anterior y luego salen a destruir a su prójimo.
Al buscar ayuda espiritual, lo importante es convertirnos en mejores personas. Sería engañarnos que cada domingo seas un come santos, pero tan pronto sales del templo, te transformas en un diablo.
Esa forma de ser mantiene a estas personas intranquilas.
La verdad es que nadie que se dedique a jorobar a su semejante tendrá paz mental. Si tu estás en ese grupo de personas, hoy tienes la oportunidad para darle un giro a tu vida. Trata de ser más edificante y evita hablar mal de otros. No te creas perfecto.
Todos tenemos errores y virtudes, pero intenta que en tu corazón no tenga cabida el rencor ni el odio, que al final te envenenan a ti mismo.