Los sindicatos y el propio Gobierno están reclamando un aumento general de salarios. El alto costo de la vida y una inflación que este año terminará en 12%, están agobiando la economía de los hogares panameños.
El asunto provoca un natural enfrentamiento entre gremios sindicales y empresariales. Todo trabajador aspira a tener un mayor sueldo del que percibe y los comerciantes siempre aducirán que los costos, le impiden otorgar grandes aumentos salariales. Ya en diciembre pasado se aprobó un aumento al salario mínimo de 19 centésimos por hora, para la gran empresa y de 12 centésimos para los pequeños negocios. En la práctica el incremento fue de 40 balboas y 25 balboas, respectivamente. Así los trabajadores de las pequeñas empresas lograron un nuevo sueldo de 310 balboas mensuales y los de la gran empresa de 325 balboas.
Pero el incremento fue insuficiente ante el incremento de los precios de los productos de la canasta básica y los derivados del petróleo. Ese hecho hoy motiva a los sindicatos a una movilización y reclamo de un aumento general de sueldos, lo cual no se produce desde 1974. Sin embargo, hay que hilar delgado, para que el alza salarial no se utilice nuevamente para provocar nuevos incrementos de precios y al final, salga más cara la mecha que el candil. De igual forma, el Gobierno debería fomentar el diálogo entre obreros y empresarios y no presionar, porque no hay que olvidar que fue la actual administración quien aplicó una serie de impuestos que afectaron en gran medida a la clase media y profesional. Hoy al cabo de algunos meses de culminar su gestión, los actuales gobernantes optan por reducir los tributos con los cuales engrosaron las arcas del Estado. No es que rechacemos esa medida, pero debió aplicarse antes y no en las postrimerías de la presente administración.
Es de justicia aumentar los salarios, pero también se debe controlar el costo de los servicios públicos, los precios de la canasta básica y de los derivados del petróleo, porque de lo contrario, cualquier incremento en los sueldos, no servirá para nada, salvo para pagar nuevas alzas en el costo de la vida.