En este país, como en otras partes del mundo, la hora de ir a comer se convierte en un gran dilema. Muchos no tienen la mínima pizca sobre los modales y cometen a diario errores garrafales que, por ignorancia, los hacen ver como cavernícolas.
Estos son algunos consejos para que no quede en feo a la hora de ir a comer:
No se puede hablar con la boca llena, y se debe masticar en silencio sin que se vea lo que tienes en la boca
Límpiate la boca antes de beber, para no molestar a tu vecino que se servirá en las mismas copas
No te limpies las manos en la chaqueta o en el mantel, sino en la servilleta o lávalas en el aguamanil.
No te limpies los dientes con el cuchillo y no emitas ningun ruido desagradable que pueda provocar asco a la persona que se sienta junto a tí.
No cojas la ración más grande y no revuelvas en las porciones ya cortadas buscando la más exquisita.
Pon atención en no manchar tu vestido ni el de los demás comensales.
No estropees la servilleta ni la uses para hacer nudos, úsala para limpiarte la boca y las manos.
Estas recomendaciones de buenos modales, que en gran parte se pueden aplicar todavía hoy, nos recuerdan que ciertos comportamientos resultaban desagradables también en el siglo XIII.
Las mismas reglas de buena educacién vienen descritas en el Menanger de Paris escrito en el S. XIV, donde un marido enseña a su joven esposa a mantener con decoro la casa, a cocinar y a poner la mesa como es debido.
Este cuidado por las buenas maneras demuestra por tanto que la Edad Media no es una época donde se preparaban suntuosos banquetes para regocijarse alegremente y para atiborrarse de carne y de caza sin un mínimo de decoro, sino que eran eventos bien codificados, donde el modo de presentarse y de comportarse eran tan importantes como lucir un buen vestido.