Aquel viernes 19 de julio, el día se había desarrollado con su habitual rutina para el sargento de la Policía Nacional, Oscar Alberto De Gracia. Estaba de turno en la estación del DIIP, en Tocumen, cuando a las 5:00 p.m. sonó el teléfono. Ese era el ring que iniciaba la crónica de la muerte del uniformado.
Del otro lado de la línea se informaba de un incidente en Las Garzas de Pacora, donde un humilde trabajador del IDAAN había sido atacado por un enardecido ciudadano, que con un cuchillo, lo hirió de muerte.
Inmediatamente, De Gracia se movilizó hacia el lugar, según hoy rememoran sus compañeros de trabajo que compartieron los recuerdos de los últimos momentos de vida del sargento caído en acción.
De Gracia y el grupo que estaba bajo su mando, se dirigieron al lugar de los hechos, pero el destino le tenía preparada otra jugada. Al llegar al área del suceso con el trabajador del IDAAN, se encuentran la noticia de que unos ladrones habían asaltado a un carro de reparto de pan hiriendo al vendedor con un disparo en el pómulo izquierdo.
Sabuesos por convicción, De Gracia y sus hombres iniciaron la persecución de los malhechores. Uno de los delincuentes salió huyendo hacia el Río Pacora, logrando cruzar a la otra orilla.
De Gracia estaba decidido a cumplir su labor a cabalidad y salió tras el ladrón, pero el desenlace fue fatal para el sargento que había ingresado a la institución en 1987, convencido de su dedicación al servicio de la seguridad pública. El maleante disparó y lo alcanzó en la cabeza.
Hoy, a parte de sus amigos y parientes, le lloran sus tres hijos: Oscar, Elías y Eliécer. Este último de seis meses de nacido. De Gracia residía en el Sector de Belén, en Tocumen, y al momento de su muerte, tenía 32 años de edad y una vida futura llena de esperanzas, como cuentan quienes le conocieron. Las historias que se escuchan del sargento marcan rictus de dolor en sus narradores, que confiesan que les cuesta creer lo ocurrido aquella tarde.
"Nadie sabe cuando le toca", coinciden quienes compartieron momentos con el difunto.
En su casa, el dolor viste a sus deudos que el 19 de julio vieron salir al uniformado como un día cualquiera de su horario laboral, pero la noticia de la tarde aturdió a todos: Oscar De Gracia estaba muerto. |