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Sin embargo, me caso de "relajo"

Redacción | Crítica en Línea

Tal vez estrellas de Hollywood como Charles Chaplin, Roger Moore, Elizabeth Taylor, Jennifer López, Liza Minelli, Micky Rooney, Melanie Griffith o Jane Fonda sean ejemplos en muchos sentidos. Si hablamos trabajo duro, talento, dedicación al trabajo y habilidad de mantenerse vigentes, no hay duda de que todos ellos han llevado vidas dignas de imitar.

Pero si queremos buscar modelos de una vida matrimonial armoniosa, mejor miremos para otro lado. Hay algo que tienen en común todos, tanto o más que compartir las pantallas y los escenarios, y es que cada uno de ellos ha estado en contienda para romper el récord de casamientos y divorcios.

Se habla mucho de que no hay nada más escaso en el mundo del espectáculo que un matrimonio "hasta que la muerte los separe". Pero, ¿acaso Hollywood es el único lugar donde la gente pareciese casarse por deporte, sin un sentido de la responsabilidad, y con la intención expresa de que dure hasta la muerte?

Ojo, que esto no tiene nada que ver con religión alguna, sino con nuestra capacidad de compromiso, y con nuestra toma de decisiones. La mayoría de las personas que se divorcian lo hacen porque sencillamente tomaron la decisión a la ligera.

A veces, imitando la vida sentimental de las estrellas, nos comprometemos en matrimonio con una persona a la que tenemos menos de un año de conocer. Poco sabemos de sus costumbres y sus verdaderas intenciones.

Tampoco nos preparamos para los compromisos económicos y sacrificios personales que tendremos que hacer por vivir con una persona. La adaptación de los primeros años de matrimonio es en extremo difícil. Por lo menos asegurémonos de que esos momentos difíciles los pasaremos con alguien que va a ser un apoyo, y no un estorbo.

La pasión sexual no lo es todo en el matrimonio. Hay muchos factores que tomar en cuenta sobre nuestra pareja y sobre nosotros mismos. Hay que autoevaluarse.

Si no nos sentimos compenetrados en todos los sentidos con nuestra pareja, entonces la tentación de la infidelidad entrará fácilmente en nuestros hogares, y los hará pedazos en poco tiempo.

En la primera dificultad económica que se nos presente, comenzarán las recriminaciones, las peleas y las tiraderas de platos. Y la palabra "divorcio" sonará más rápido que ligero.

Nadie dijo que casarse fuese fácil. A veces las cosas no salen como uno quiere. Pero si nos tomamos nuestro tiempo en el noviazgo, y nos preparamos psicológica y económicamente, los problemas pueden minimizarse, y el matrimonio extenderse "hasta que la muerte los separe".



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