La paternidad irresponsable tiene un efecto negativo mucho mayor al que podría intuirse inicialmente. No solo se trata de que un niño crecerá con las deficiencias emocionales de no contar con una figura paterna, ni que la madre tendrá que vérselas el doble de difícil para sacar adelante su hogar.
Un estudio de la la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala lo siguiente: "La incidencia de la pobreza en los países centroamericanos es mucho mayor en los hogares con jefatura femenina, y se agrava considerablemente por los esquemas de masculinidad endémicos en la región, que sustentan la paternidad irresponsable, el abandono de la pareja y de los hijos como práctica común".
¿Que significa esto? Que un ingrediente crítico en el problema de la pobreza en este y cualquier otro país, es el abandono de la madre e hijos por parte del padre. Si no hubiese tanta paternidad irresponsable por ahí, no viviríamos en un país en el que más del 40% de la población está bajo el nivel de la pobreza.
Cuando abandonamos a un niño o una niña, lo estamos despojando de posibilidades de nutrición y salud, de estudio y de desarrollo de sus habilidades. Este niño no sólo estará en franca desventaja para insertarse social y laboralmente en su entorno, sino que se encontrará a merced del pandillerismo, la drogadicción y la prostitución.
Podríamos decir que la paternidad irresponsable es un mal que genera un cúmulo de otras desgracias, carencias y calamidades. Todo porque sentimos que un hijo nos "estorbaba", que nos "amarraba".
¿Que clase de futuro puede esperarle a un hombre que abandona a sus hijos? ¿Que será de esos hombres cuando sean de edad avanzada y necesiten alguien que vele por ellos? ¿Estará algún hijo suyo dispuesto a ayudarlos, o será demasiado tarde para él?