La guerra por el poder del fútbol nacional está declarada.
Las primeras escaramuzas del combate ya se sienten y desde antes de comenzar el choque bélico, ya existen heridos de consideración.
La no asistencia del fútbol a los Juegos Centroamericanos del Caribe, la ausencia de Panamá en choques internacionales previos al Mundial, el cobro para el uso de las canchas, la imposición de un posible técnico y pagado por el Estado, son algunos de los movimientos dentro del tablero de ajedrez.
Ante la proximidad de las elecciones de la Federación Panameña de Fútbol, los dirigentes de clubes tienen claro los candidatos frente al posible "clinch" por la federación.
"Hasta el momento existen dos candidatos, Lucas Alemán y Ariel Alvarado", indica Pedro Gordón, presidente del Club Árabe Unido de Colón.
Pero Gordón deja la puerta abierta a la posibilidad de otro candidato y lanza una advertencia: "No queremos un improvisado y si ninguno de los dos trae cosas nuevas para el fútbol, nosotros los clubes presentaremos a nuestro candidato".
El botín es uno, la presidencia de la federación a como de lugar.
El Estado tiene los ojos centrados en ese puesto y tienen su candidato.
Los métodos no importan. Una muestra de que el Gobierno ha puesto el fútbol como tema de Estado, es la reunión de ayer de Luis Federico Suárez, ministro de Obras Públicas, con los presidentes de clubes para conversar, y de seguro no fue una reunión de té y galletas, o para hablar temas de infraestructura vial con los clubes. Debe ser que el apoyo de los clubes en busca del objetivo es crucial.
Las primeras esquirlas de los bombazos tocaron a los soldados razos.
Los clubes de la Liga Panameña de Fútbol (LPF) son la carne de cañón de la Federación. Ellos han sido los que han recibido los balazos directos.
Rubén Cárdenas, presidente del Alianza Fútbol Club, levantó su voz y dijo: "Hay que apartar el tema político de lo deportivo. Y hay que aparatar a esos personajes que quieren aprovecharse del deporte, para hacer política". Cárdenas remató su comentario agregando que lo que está pasando es contraproducente y un atentado para el fútbol.
Con las elecciones en el camino, las cosas cambian de color. De celeste cielo, a rojo infierno.
Es de todos el conocimiento de que la búsqueda del Gobierno, de la Federación, es una realidad inminente y hará lo posible para salir vencedor de esta batalla. Por primera vez en sus ocho años de gestión, Alvarado siente pasos de animal gigante y la más pequeña chispa puede encender la llama que lleva a una batalla carnal entre el Gobierno y la federación.
Dependerá de los "albañiles" del fútbol nacional, quién se queda con la pelota.