La apertura de un proceso de legalización dirigido a inmigrantes con dos o más años de residir en Panamá se ha constituido, a mi juicio, en la mejor decisión del Gobierno nacional para conocer la población de extranjeros que han escogido nuestro país, para establecerse y buscar oportunidades de crecimiento, estabilidad y un ambiente de paz para su familia.
Una avalancha de inmigrantes fue lo que se experimentó el pasado fin de semana en el Centro de Convenciones Atlapa, a tal punto que las autoridades de Migración se vieron en la urgente necesidad de extender hasta mañana miércoles el período para atender a la población que ha respondido al llamado y que desean legalizar su estatus migratorio.
Es un gesto noble el que realiza mi Panamá, el país de las oportunidades, al abrirle sus puertas a una población de inmigrantes que está superando las expectativas existentes. Sería conveniente considerar a futuro, la posibilidad de efectuar un censo similar al que se realiza actualmente, para conocer la cifra de extranjeros con menos de dos años de residir ilegalmente en el país.
A los inmigrantes se les está brindando la oportunidad de legalizar su estatus, es justo que ante esta noble acción sean agradecidos, asuman las responsabilidades con el país y que se constituyan en modelos de trabajo honesto y productivo, para no convertirse en una carga a futuro. Aclaro, no todos son iguales, existen extranjeros que han llegado con una mano adelante y la otra atrás; así como otros con un respaldo económico que han capitalizado las oportunidades, y hoy día, son empresarios exitosos.
También debo aclarar y recomendarles que si bien han logrado éxito en este país de oportunidades, eso no los hace superior a los nacionales. Los panameños merecemos respeto como seres humanos que cada día buscamos el sustento familiar desempeñando una labor honesta. Nuestra idiosincrasia, costumbres y tradiciones no deben ser vulneradas por los extranjeros, todo lo contrario, ellos son los que llegan, por lo tanto, deben adaptarse a nuestro sistema, pues bastante nos ha costado hacer de este pequeño istmo "el Dubái de América Central", al atraer personas de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, por la solidez de nuestra economía, una de las de mayor crecimiento de la región en la última década.
Recuerden que somos un país que ama la paz, tendremos una u otra diferencia, pero lo hemos superado a través de la comunicación.
¡Sean ustedes bienvenidos, al país de las oportunidades!