Modestia aparte, creo que soy un analista político entre regular y bueno. Tengo estudios de periodismo y sociología, que me ayudan a comprender el fenómeno político.
Además, desde jovencito me interesó la política, aunque confieso que nunca participé en ninguna elección.
Pero debo señalar que a la hora de votar en las tres elecciones de la nueva Democracia (luego de la destrucción de la dictadura), he sido... ¡un chambón!
Mis candidatos a presidentes quedaron entre tercero y último lugar.
Debo aclarar cómo selecciono el candidatoel candidato presidencial de mi preferencia.
Como no pertenezco a ningún partido, ni dependo de un puesto político, tengo libertad de acción.
Pienso primero en la capacidad que tendrá ese candidato para dirigir la mayor empresa de la nación: el Gobierno.
Después tomo en cuenta algunos antecedentes que conozca.
Uno a esto un análisis lo más imparcial posible, sobre si tal persona será buena, regular o mala para el futuro del país.
En las primeras elecciones después del derrocamiento a sangre y fuego de la dictadura militar narcotraficante, lo que sobraron fueron candidatos a presidente.
A algunos los conocía y eso hizo más fácil mi elección. Mi voto fue para mi ex profesor de economía, Rubén D. Carles ("Chinchorro"). No ganó el enérgico ex contralor. Hasta un músico que no estuvo ni sufrió los embates de la dictadura (y menos los exilios de "Chinchorro", tuvo más votos que él.
Luego vino la segunda elección. Aunque me dijeron que "había que parar al PRD" y votar por la Doña, mi voto bien pensado fue para el Ing. Alberto Vallarino.
Llegó de tercero con sólo el diecisiete por ciento de los votos. En la tercera elección en la nueva Democracia, analicé figuras, antecedentes, capacidad administrativas, propuestas reales... y voté por el Licdo. Ricardo Martinelli. Todos saben que llegó "detrás de la ambulancia". Confieso que no me lamento de mis elecciones. En el silencio de la noche, pienso que Panamá estaría mejor si hubieran ganado mis candidatos.
