domingo 1 de julio de 2007

 

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Panamá tuvo su asesino en serie

Juan Limachi | Crítica en Línea

La ciudad de Panamá aún recuerda con escalofrío a un hombre, que durante dos décadas fue sinónimo de crueldad y sangre fría para cometer crímenes contra indefensas mujeres. El sujeto ya pagó su deuda con la sociedad, por eso omitimos su nombre.

Su primera víctima fue la joven Paula, que vivía en Río Abajo, a quien el homicida, de apenas 17 años, observaba a través de una ventana con obsesión enfermiza cuando se cambiaba de ropa y se acostaba a dormir.

Era una tarde del 22 de agosto de 1959, cuando se introdujo en la casa de la chica, pero ésta lo sorprendió. La reacción del criminal fue apuñalar sin compasión a la mujer.

Cuando los investigadores de la antigua Dirección Nacional de Investigación (DENI) lo interrogaron, el imputado reconoció su crimen, pero aseguró que no lo había premeditado.

Por este asesinato fue condenado a 12 años de prisión en la desaparecida isla penal de Coiba, donde cumplió en total 10 años de presidio. Durante su largo cautiverio, según su propia confesión, vio actos aberrantes entre presos y de éstos con animales, lo cual lo desequilibró aún más.

BUSCA NUEVA VICTIMA
Luego de obtener la libertad en 1969, vivió trabajando tranquilamente hasta el 7 de junio de 1973. En esa lluviosa noche, el exconvicto salió a la calle en un vehículo prestado por la avenida de Los Mártires, Santa Ana, buscando una nueva víctima.

Para desgracia, una joven alternadora de la "Cueva del Zorro" llamada Dalila, de 22 años, se encontró con el sujeto, quien se acercó a ella y le propuso tener sexo.

Ella accedió y se fueron a un conocido push button de la avenida Transístmica, donde luego de un altercado por no ponerse de acuerdo, el hombre mató a la alternadora.

Durante los interrogatorios, el criminal confesó que la asesinó porque Dalila le cobró 15 balboas, y luego cuando él la acarició, ella le dijo que no había venido a esto, y le pidió que salieran rápido.

La reacción del hombre fue un sonoro puñete contra la mujer, que indefensa cayó a la cama, donde la siguió golpeando, luego la estranguló y amarró su suéter al cuello.

Después, sacó el cadáver en el maletero del auto y se dirigió por la vía Transístmica hasta llegar a la altura de "Ojo de Agua", donde tomó la carretera que sube al templo Bahai, allí dejó abandonado el cuerpo desnudo para despistar a los investigadores.

"Se burló de mí, porque no lograba tener erección para tener sexo con ella", dijo días después durante los interrogatorios en la sede de la División de Homicidios del DENI.

MATO POR IRA
La tercera víctima fue otra joven a quien conoció en la calle por las inmediaciones de la 5 de Mayo, el lugar favorito donde este criminal paseaba en busca de mujeres.

No habían pasado ni dos semanas de la muerte de Dalila, cuando el 19 de junio conoció a Rosa, con quien salió dos veces. La primera vez tuvieron un encuentro íntimo normal y no hubo mayores problemas.

Cuando los detectives lo interrogaron sobre este crimen, el astuto criminal sostuvo que ella le gustaba y todo iba bien, hasta que en la segunda cita ella le hizo coger rabia.

"La maté porque cogí rabia, cuando sucede esto, soy cosa seria", confesó sin pestañear, explicando los detalles de este asesinato, sin mostrar arrepentimiento en ningún momento.

El cuerpo desnudo de la mujer fue hallado en una reserva forestal, por donde pasa la carretera de la Zona del Canal que se dirige hacia la Transístmica y Chilibre.

NACIO EN PUERTO ARMUELLES
Este violento sujeto nació en el seno de una familia humilde en la ciudad de Puerto Armuelles, Chiriquí, en 1941 y vivió una vida normal hasta los 9 años de edad y siempre recibió buen trato de parte de sus padres.

Según sus declaraciones ante los médicos forenses, que trataron de desentrañar las motivaciones que lo llevaron a estas conductas aberrantes, expresó que los problemas empezaron cuando su padre abandonó el hogar en 1950.

 

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