Si los errores ocasionan leves dolores de barriga. Entonces los gazapos históricos, geográficos y biológicos cometidos por Mel Gibson's en su filme "Apocalypto", pueden provocar náuseas o vómitos.
Cómo es posible, que nadie le haya dicho al guionista que desarrolló este drama, que una cosa fueron los Aztecas y otra los Mayas. Mel cayó en un error de 400 años, pues cuando los Aztecas tomaron relevancia, el imperio Maya había desaparecido como tal cuatro siglos atrás.
La dirección, la actuación, la fotografía y cada uno de los elementos concurrentes del carísimo esfuerzo cinematográfico se vinieron al piso, cuando se dio la escena de los sacrificios humanos brindados al dios Sol: Kukulkan, dios de propiedad exclusiva de los Mayas y que los Aztecas jamás invocaron. Me retiré de la sala porque para burradas importadas, mejores las apocalípticas tragedias que persiguen a nuestro gobierno, últimamente rodeado con incendios misteriosos que superan la ficción.
Otra escena intolerable fue la del feroz perro parecido a los pastores belgas, raza que ni en la Europa del medioevo existía. Con esos colmillos impresionantes rasgaron nuestra historia amerindia como en 395 años, ya que los nazis desarrollaron esas cepas cánidas de adelantos iraquíes y árabes hace poquito.
Mi indignación fue tal, que cuando salió el resto de la familia del cine, les pregunté si Mel no había metido en las subsiguientes escenas camellos y gallinas pescuezipeladas en vez de chorotecas, merachos y babillos.
Quiero que me regresen la plata de la entrada, la soda y el millo. Y, que Mel vuelva a realizar el trabajo después de leer el litro de su compatriota Peter Jennings, que se apegó fielmente a nuestra historia precolombina y recreó al mundo con un relato de las vivencias de la joven Azteca Chicome Mixtly que por su heroicidad se convirtió en caballero, leopardo y mítico.