El Sevilla de Juande Ramos coronó ayer una temporada de ensueño y, tras levantar la Supercopa europea y la Copa de la UEFA, celebró su tercer título, el de la Copa del Rey, con mucho menos fútbol; pero con la experiencia suficiente para tumbar a un Getafe que fue un digno y justo finalista.
Kanouté fue el gran protagonista. Hizo el gol de la victoria y perdió los papeles con una agresión a Casquero al final, que le costó la expulsión. Kanouté estuvo en todas las fotos.
No fue una final por la que, futbolísticamente, el Sevilla pueda presumir. Pero las finales no se juegan; se ganan. Y el Sevilla culminó con este triunfo una temporada inolvidable. Su enorme derroche físico, jugando todas las competiciones hasta el final, disculpan un partido que supo encarrilar rápidamente.
El Getafe jugó mejor, pero su falta de acierto arriba fue alarmante. El Sevilla se movió mejor en la batalla, en el choque, en la pelea. Necesitó muy poco para ganar. Firmó un segundo tiempo para el olvido; pero el Sevilla de Juande Ramos maneja ya parámetros de clubes grandes.
Tiene jugadores de enjundia, espectaculares, como Dani Alves o Jesús Navas, un técnico brillante como Juande Ramos e intangibles extras como el respeto de los árbitros.
Hoy, Rodríguez Santiago no se quiso meter en líos. Al final del primer tiempo, Bernd Schuster y sus jugadores se fueron directos a protestar la actuación del colegiado, en medio de una gran tángana.
Un penalti cometido sobre Manu y no pitado en la recta final del primer tramo, desató la indignación de la afición del Getafe.
ENTREGÓ LA COPA
El rey Juan Carlos I entregó ayer el trofeo de la copa al capitán del Sevilla, el defensa central Javi Navarro, tras la victoria obtenida por el equipo hispalense frente al Getafe (1-0) en la final disputada en el estadio Santiago Bernábeu.