Para tomar el transporte colectivo en la parada de El Brillante en la Siesta de Tocumen, hay que dar un salto con garrocha desde un lugar seguro y caer exacto en la puerta del bus, porque el charco que está frente es tan ancho que es casi obligatorio mojarse.
Y a veces hay que guardar varios metros de distancia cuando llegan los buses, ya que cuando caen en los charcos puedes quedar bañado en agua lodosa.
Tampoco hay caseta para resguardarse de la lluvia: aquí los pasajeros están a merced del clima hasta que llegue un bus, hagan su maroma, esquiven los otros autos que pasan y puedan subirse. Toda una odisea.