¿Sabías que toda persona que por fuera se observa gorda en realidad lleva dentro de sí una persona flaca muy escondida y protegida debajo de kilos y kilos de grasa? De vez en cuando la flaca se atreve a hablarte y te incita a que te pongas a dieta o que comiences a hacer ejercicios para sacarla de la prisión; una prisión que usualmente fue de su propia hechura. Quisiera brevemente compartir contigo algunos pasos específicos que te ayudarán a sacar a esa flaca o flaco que tienes en tu interior.
Paso #1: Háblale a la flaca. Invítala a pasar un momento a solas contigo. Pero prepárate, porque tendrás que hacerle algunas preguntas difíciles; pregúntale qué pueden causarle a ti y a ella muchísimo dolor. Escucha sus respuestas con mucha atención y anótalas en un diario. En el futuro podrás enfrentarla con estas respuestas y evitar que se esconda otra vez.
Paso #2: Dile que no estás dispuesta ya a vivir un día más haciendo excusas por su ausencia, mintiendo para encubrirla, o protegiéndola de los demás. Decide HOY que vas a destruir de una vez y por todas los barrotes que tienen a la flaca encerrada.
Paso #3: Créale alternativas nuevas que la flaca pueda utilizar en el futuro para enfrentar sus miedos, angustias y ansiedades. Luego, practica con ella dichas alternativas hasta que se conviertan en una respuesta condicionada y automática en reemplazo de su mal hábito de esconderse en los momentos difíciles.
SIGUE EL ULTIMO PASO
Celebra con ella cada paso que dé fuera de su prisión. Prémiale hasta el más mínimo avance. Pero no la premies con comida. A la flaca lo que le gusta es que la atiendas, que la mimes, que le hables bonito, que le digas cuánto la aprecias tú por encima de lo que piensan los demás. Tampoco la juzgues por lo que diga la pesa; recuerda que la pesa es su peor enemiga.