"Sí. Soy una puta". Con esa contundencia comienza su confesión Inés, una panameña de 36 años y de piel canela con una sonrisa perfecta en un rostro enmarcado por una castaña cabellera a los hombros.
El viaje a través del vicio y la intimidad de Inés abarcaría varios libros.
Su ajetreo en camas ajenas inició a los 22 años.
C: ¿Cómo iniciaste ese camino?
I: "El ser como soy se lo debo a Marisabel, una compañera de la Universidad, quien me invitó a 'cenar' en Clayton. Me dijo que era una noche de oficiales y que ellos nos pagarían todo. Cuando llegamos a la garita, resulta que nadie nos esperaba. Marisabel, su hermana y otras dos amigas de ellas, sonreían a cada carro que pasaba, hablaron con el MP de la garita, esperando que les dejara entrar. Yo no sabía cómo funcionaba eso. Era la primera vez que iba y no sé ni por qué lo hice".
Las muchachas lograron que un gringo las pasara, y una vez dentro del salón de oficiales, no había la comida que Marisabel había prometido. Inés tenía hambre, ya que no había comido a su salida de la universidad, esperando comer cuando llegaran. Las horas pasaban y nada de nada. Allí llegaron como a las 6:00 p.m. de un viernes, y eran las 8:00 p.m. y aún no había la comida prometida.
Maurice, un gringo negro, se acercó a Inés e iniciaron la plática típica: ¿How are you? ¿What is your name? Tomaron unos tragos. Bailaron, romancearon y con tantas hormonas revueltas, sucedió. Sorpresa fue para la primeriza en la base, cuando el gringo le "soltó" B/.50.00 y le preguntó si podrían volverse a ver.
Ese fue el bautizo de Inés como prostituta.
Marisabel se casó con un gringo que "pescó" allí después de asistir por varios meses y ahora vive en Estados Unidos. Pero Inés sigue en Panamá.
"Nunca he tenido suerte con los hombres. Sólo me quieren para "eso", así que si es así, pues que paguen".
C: ¿Terminaste la Universidad?
I: Sí. Soy abogada de profesión académica, pero mi habilidad es hacer plata sin tanto esfuerzo. Y no me arrepiento, porque lo veo como un negocio como cualquier otro. Y soy independiente.
C: ¿Cómo organizas tu agenda?
I: Tengo mi clientela. Son "amigos" conocidos en fiestas, restaurantes y hasta en la calle. De salida les hago saber que cuesto.
C: ¿Cómo?
I: Cuando me preguntan si acepto una salida a bailar o lo que sea, les digo que a cambio de qué. Y lo demás es fácil.
C: ¿Cuál es tu precio?
I: Oscila y depende del cliente. Me han pagado desde 50 hasta 500 por un rato. Tengo "amigos" muy generosos, sobre todo los de mayor edad.
C: ¿Tu horario?
I: Con cinco salidas a la semana me basta para incrementar mi cuenta.
Inés maneja una boutique y vive cómodamente.
LA OTRA CARA
Mary es una panameña de 27 años. Es secretaria en una empresa privada en la vía Tumba Muerto.
Ella es una prostituta a "medio tiempo", ya que cobra por favores sexuales esporádicos, cuyos ingresos le permiten cubrir algunos gustos extras.
Sin embargo, los "amigos" de Mary no son tan solventes, pues ella recibe por esos placeres, entre 30 y 50 dólares, aunque algunas veces le han dado B/.200.00, no más.
LO DESAGRADABLE
En estos encuentros "hay que mentalizarse", dijo Mary, pues a veces esos "amigos" no son tan agradables físicamente, pero por unos dos minutos, el sacrificio vale la pena.
LA PROSTITUCION
Prostituta: Mujer que vende su cuerpo. Dícese de quien tiene sexo por dinero. Esa es la definición cruel para unos, y placentera para otros.
Para algunos entendidos, aquel que dijo que la prostitución es la actividad más vieja del mundo, se equivocó porque hay quienes aseguran que la venta de armas estuvo primero.
Lo cierto es que la definición del término está ligado a la cultura y valores sociales.
La historia las presenta como rechazadas por ciertos grupos; han sido juzgadas, castigadas, las víctimas de quienes las usan y salen ilesos en el pecado.
Sin embargo, la práctica de la misma en los tiempos actuales, ha sido más elástica en las sociedades y hasta aceptadas con cierto recato.
Hay prostitutas de todo tipo: callejeras, de clubes selectos, independientes, baratas, finas, en fin, el menú es amplio, pero la función es la misma, pese a que han subido de categorías.