HOJA SUELTA
"Depre"

Eduardo Soto Pimentel
Crítica
en Línea
Cuando me deprimo
me da por dormir. Otros se meten un tiro, se ahorcan, o se ahogan
en una botella de ron. Yo duermo. Me pregunté durante
toda la semana ¿Qué escribo para este domingo,
si todos los temas que tengo son tristes? "No es buena idea
contagiar a los lectores de mi depresión", me dije.
Así que, el viernes, decidí mentir y empecé
el borrador de un artículo sobre lo bien que me fue estos
siete días... Entonces, antes que acabara la tarde, vi
las fotos en las que aparece acabado y adolorido Monseñor
Marcos McGrath, y supe del accidente de tránsito que le
está costando la vida al profesor, colega y cercana fuente
en Crítica Libre "Pepe" Zamora, vocero de la
Policía Nacional.
Me fui para mi casa, y me acosté a dormir. El sábado
me levanté contra mi voluntad y volví a empezar
de nuevo el artículo, sin mentira alguna en mi disco duro
cerebral. Y aquí está: repelente, indiscreto y
feo.
Se preguntarán "¿Y a este gufi qué
le pasó?". No sé a ciencia cierta cómo
dejé que el gusanillo de la tristeza entrara en mi armario,
pero aquí está, mirándome a la cara. Ustedes
dirán "¿A mí qué me importa?
(...) ¡No me friegues el domingo!".
No puedo evitarlo. Es posible que todos hayamos pasado por esto
antes: un amigo que nos falla; se nos acaba antes de tiempo el
dinero de la quincena; crees que todo el mundo es injusto contigo;
un divorcio ("se nos rompió el amor", como dice
la canción); tus hijos no son lo que esperabas (iluso);
resfriado; se te acabó la suerte que creías tener;
tu familia cercana es un lío perpetuo; se te dañó
el carro (¡carajo!); tu jefe no quiere ni verte; tu no
quieres ver a nadie... ¡qué dura soledad!
Pero en eso suena el teléfono y del otro lado está
la voz del colega Fabio Agrana, de ACAN-EFE, quien pregunta:
"oye, gordo, tienes tiempo para leer un poema que escribí
hace poco (...) estoy empezando de nuevo con la poesía
y quiero que me digas qué te parece...": y lo manda
por fax.
Se llama "Dependienta": Vienes a servir comida/Te la
pasas sirviendo comida todos los días/Llegas primero/Rubia/De
la calle/De tu casa/Con todo tu cabello alborotado/Que lamentablemente
apagarás contra tu cabeza/Con la redecilla que lo cubrirá/Para
empezar a servir comida/Es otro "look"/Es otro peinado/apagado/Es
otra misión/Y tú te lo crees todo/Lo asumes/De
manera decidida.
Me acordé de mi madre, linda, de ojos verdes como esmeraldas
pulidas, y el tinte que nunca le cubre todas las canas. La recuerdo
con la redecilla sirviendo comida en los Dairy Queen, saliendo
a las dos de la madrugada para pagarme la escuela. Así
se le esfumó la juventud, pero cumplió su misión,
"de manera decidida". Y pensé lo bello que es
tenerla viva. La recuerdo a ella y a mis hijos: "hola, gordo",
me dice Raquel, la más chica de los niños míos,
"que lindo eres"... Y la depresión cambió
de tono. Está ahí, pero ya no me domina.
|
 |
|
|
|