Hasta la saciedad se ha escrito el tema de la seguridad, pero no es hasta que ocurre un accidente que se toman en cuenta las recomendaciones de los medios, personas o entidades relacionadas con el manejo de sustancias inflamables.
Lo ocurrido en Llano Bonito fue sin duda falta de previsión, carencia total de las medidas de seguridad y poco respeto a las comunidades que comparten el perímetro donde se realizan estas operaciones peligrosas desde cualquier punto de vista.
Intentamos llegar a los oídos de los que tienen que velar para que los estándares de calidad se respeten y se salvaguarde la vida de las personas y del medio ambiente. Sobre esto, ya se han pronunciado diversas organizaciones, ofreciendo asesoramiento que todos deben conocer en esta materia.
Dentro de estas recomendaciones, se sugiere, primero, a las autoridades competentes como el Ministerio de Comercio e Industrias, la Autoridad Nacional del Ambiente, el Cuerpo de Bomberos de Panamá, el Ministerio de Salud y otras organizaciones ambientalistas que realicen estudios de los daños causados y de los probables daños que pudo haber ocasionado esta negligencia.
Sin embargo, muy superficialmente se les pide que, si continúan con esta actividad, utilicen mangueras de alta presión y resistentes al calor, además de capacitar al personas en todas las normas que se exigen.
Lastimosamente tiene que ocurrir una tragedia para que nuestras autoridades tomen cartas en el asunto. Ojalá tomen nota y prohíban en algunas estaciones de gasolina donde es quien se despacha. La razón es sencilla: no es cualquiera persona la que deba manejar una manguera, por tan simple que parezca, por ahorrarse personal, porque bien podría prestarse para cometer algún atentado terrible.