¿Sabes qué es ser humilde? Creo que no, por eso he decido plasmar unas líneas para tí referente al tema.
El máximo referente de la humildad siempre ha sido Jesucristo. El apóstol Pablo pinta con hermosas palabras un cuadro de extraordinaria belleza que muestra la humillación de Jesucristo en toda su magnitud.
El hombre es egoísta por naturaleza. Primero él, segundo él, tercero él, y así sucesivamente. No hay lugar para nadie más. Esta es la triste realidad de todo hombre sin Cristo. Pero uno de los muchos beneficios de los que son nuevas criaturas en Cristo, es que han sido capacitados para ceder el primer lugar a otros. Por eso es que el apóstol Pablo deja esas memorables palabras en Filipenses 2: 3-4 donde dice: "Nada hagáis por contienda o por vana gloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros." Cuan importante es este mandato.
La voluntad de Dios para sus hijos es que no hagamos nada por egoísmo o vanidad; más bien que con humildad consideremos a los demás como superiores a nosotros mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. Después de expresar este mandato, el apóstol Pablo provee de un ejemplo a imitar. Se trata de Jesucristo. Filipenses 2: 5-11 dice: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
Si usted mira a un semejante con diferencia, sepa que se hace un gran daño. Esto es común en países como el nuestro donde la estratificación social es bien marcada.
A nadie se le cae una hebra de cabello por humillarse como lo hizo Jesús, quien -dicho sea de paso- vino al mundo a morir por ti y por mí.