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Los niños en ocasiones son desobedientes para llamar la atención. |
Hacen pataletas en el mercado, quieren el corn flakes que a ellos les da la gana, aunque no les guste; gritan, muerden, pegan y hacen muchas otras cosas más y lo único que se les escucha decir a los padres es ¿qué hago? ...¡Mi hijo es insoportable...! ¡Ya no lo aguanto...! ¡Necesito ayuda...!
Según Enrique Ruiz Díaz, pediatra de los Consultorios Royal Center, usualmente no es que el niño es desobediente, sino que cuando nace no tiene patrones de conducta establecidos.
El especialista argumenta su teoría señalando que el infante a medida que crece va estableciendo patrones según el hogar donde se desenvuelve. Dijo que si lo que observa en su casa es una conducta x, ese niño tratará de imitar la conducta x, claro está que aprendida de los ejemplos de padres y hermanos mayores.
Además, mencionó que el niño se vuelve desobediente o por lo regular los padres piensan que lo es, al estar próximo a cumplir el primer año de vida, específicamente cuando empieza a caminar. Recalcó que empezar a caminar para los niños es un símbolo de independencia, por eso no obedecen como los padres quisieran que lo hiciera.
Pobre mamá..., ahora su única frase es no toque ahí...no toque ahí.... Bueno, no es que el niño es insoportable, sino que antes estuvo sujeto a que se comportara como tú decías y ahora que empezó a caminar ya es libre de moverse como él quiere, ya él decide a dónde va; empieza a explorar y esa exploración de cosas buenas y a veces exploración de cosas prohibidas es lo que llamamos desobediencia o que no hace caso.
HAZ QUE TU HIJO ENTIENDA LA PALABRA NO
Después de todo lo antes mencionado, manifestó el doctor, el niño empieza a jugar con el control del televisor, las llaves del carro, con cuchillos, cosas inapropiadas, en fin, y descubrimos que el niño no entiende la palabra no.
Según el especialista, para evitar la desobediencia, el primer consejo es que a partir de los 9 meses cuando el niño ya tiene concepto de lo que es él, que es un niño independiente porque ya empieza a gatear, pensar e interpretar, que ya no necesita a mami y papi, para hacerlo, más o menos a esa edad debe tener entendida la palabra no.
Recalcó que hay que recordar que la palabra no se somete a la obediencia, o sea que es lo contrario a la desobediencia; esa palabra indica que no puedes hacer eso, no importa por qué. Afirmó que es así porque mamá no quiere o porque te hace daño o lo que sea; debes respetar el no.
Manifestó que ese es el primer concepto que le debe enseñar un padre a un hijo, el concepto del no, que no es una frase obligatoria, sino que es un no porque le hará daño, porque no es apropiado, etc.
Ruiz Díaz considera que a partir de ese año que el niño empieza a caminar y se vuelve un poquito desobediente empieza a seguir otros patrones del hogar, ya sea de su padre, madre o hermanos.
En su concepto, si el niño ve que tiene un hermano mayor y éste tiene algunas amplias condiciones sobre las cuales él puede vivir [el niño mayor], puede montar bicicleta, puede salir de la casa, y el menor no, se vuelve un poquito más desobediente que el primero, el tercero más que el segundo y el cuarto más que el tercero. Porque él es el que tiene menos ventajas, es el que menos puede salir o es el último de la fila, es el más pequeño y para poder lograr lo que los otros pueden hacer, él tiene que de alguna manera llamar la atención...¿Y cómo lo hará? Con la desobediencia.
Mencionó que ellos creen que si se cepillan los dientes y comen su comida todos los días a la misma hora, mami simplemente pasa su vida tranquila y no se fija en ellos, pero si hacen algo que los adultos fijen su atención en ellos, ha logrado un puesto dentro de la familia.
Subrayó que cuando el acto de caminar ya no es suficiente para lograr independencia, llamar la atención es su mejor opción.
SE INCREMENTA LA DESOBEDIENCIA
El pediatra afirmó que al año y medio se prepara al niño para los terribles dos, porque los dos años es el máximo de desobediencia, el niño es totalmente desobediente, porque no le hace caso a nadie.
Para Díaz, el problema empieza a los nueve meses cuando comienzan a gatear, se incrementa al año y luego es máximo a los dos años con los terribles dos.
Señaló que a esta edad, si no tiene un patrón de conducta bien establecido en su familia y que ésta sepa que todos los adultos y los niños más grandes deben ignorar la pataleta de los niños más pequeños o de él que está haciendo el berrinche, porque en ese acto de desobediencia quiere hacer exactamente lo que le da la gana; lo que los padres deben hacer es, primero ignorarlo un poquito. Si el acto sigue, se debe coger por ambos brazos con ambas manos al niño mirándolo a los ojos y se le explica, "No hijo, esto no se hace por tal cosa", pero la palabra no debe ir delante. Luego explicó que hay que soltar al muchacho.
Si insiste, recalcó, no se le debe pegar, porque entonces creerá que para no hacer algo, le pegan y si él no quiere que mamá salga de la casa, le pegará también; hay un dame que te doy y eso jamás debe ser. Dijo que el niño que muerde tampoco se le debe morder, porque entonces si él quiere castigar a un amigo hará lo mismo, lo que hay que hacer es estremecerlo un poquito por los hombros y decirle, "no"..., "eso no se hace".
Si eso no funciona hay que realizar un pequeño castigo de 2 ó 3 minutos, se coge al niño y lo sientas en una silla, y se le dice, "eso no se hace"; si éste se levanta y no cumple el castigo lo metes en un play, corral, cuna, u otra cosa y se le dice que allí se debe quedar. Luego debes darte vuelta y aunque te mueras de risa, no se lo haces notar y dejas que el niño esté de 2 a 3 minutos quieto en su espacio. Señaló que él va a llorar, pero no se debe cargar, después de esos minutos, se levanta, se carga; lo abrazas y lo besas y ambos se piden perdón mutuamente y se le dice que esperas que no lo vuelva a hacer porque mami y papi están muy disgustados y continúan adelante.
Afirmó que con ese comportamiento las desobediencias van a ser superadas rápidamente. Por eso, recomendó que no se debe esperar que los hijos crezcan y estén mal formados y que sea demasiado tarde para educarlos. |