Cuando los dirigentes de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD, precursora de la CBF) mandaron apresurados la ficha de inscripción de los jugadores que participarían en la Copa del Mundo de 1958, en Suecia, no imaginaban que por una feliz coincidencia el número 10 se tornaría sinónimo de crack de la pelota. Con el apuro de mandar el documento a los organizadores de aquel Mundial, los dirigentes no definieron la numeración de los jugadores. Por coincidencia, gracias a un dirigente uruguayo, el joven "Pelé", en aquel entonces con 17 años, se quedó con la 10.
En la historia del fútbol mundial, el argentino Diego Maradona surge como otro que consagró la camiseta 10.