EDITORIAL
Generación exhausta
El gobierno parece no entender que su grado de credibilidad está en "0" a juzgar por la fantasía y mentiras de que ha hecho gala a lo largo de su gestión administrativa. Los supuestos sabotajes y atentados y la falta de cumplimiento de la palabra entre los que gobiernan les ha llegado a merecer la desconfianza de un pueblo que pensó que los actuales gobernantes tenían empaque de ser serios y responsables.
Pero lo que más irrita al pueblo panameño son las mentiras que eslabonan y crean situaciones ficticias de sucesos que están en su imaginación.
Alguien del propio gobierno es un mago y la fantasía su mejor carta, porque ve situaciones que están lejos de ocurrir en el entorno. "Pinchazos" telefónicos, atentados y desestabilización de la democracia figuran entre las elucubraciones.
Hemos insistido en enésimas ocasiones que a Panamá le quedan muy pocas alternativas entre los políticos, los que han fracasado en gobierno y en oposición.
Los que cuestionaban ayer se entregan hoy y viceversa. Falsos profetas que no le dejan ninguna opción al pueblo sediento de democracia real y representativa.
Partidos políticos que responden a sus propios intereses y que tienen la mira enfocada en las Arcas del Estado. Son fuego fatuo cuya llama se extingue frente a los intereses creados, pero así es este país que no ha alcanzado la madurez cívica.
Un ambiente de frustración se proyecta en nuestra Patria que está ávida de nuevos y honestos dirigentes políticos que no hayan sido contaminados por el virus de la corrupción como corresponde a un país joven que está llamado a ser dueño de un destino superior.
Nuestro pueblo fue engreído y seducido por sus dirigentes políticos y lo inyectaron con cierta dosis de populismo para magnificar el criterio de ser una comunidad con mucho ánimo y pocos escrúpulos.
Partiendo de esa premisa hemos vanagloriado lo ilícito porque es sinónimo, supuestamente, de un pueblo "echa'o pa'lante", a sabiendas que no es rebeldía lo que se exalta sino la audacia política de los caciques pueblerinos. Y este es el terreno abonado para las mentiras y falacias que se dan en los regímenes tambaleantes que surgen de las democracias endebles, como ocurrió con el régimen post-invasión norteamericana.
Panamá es un país frustrado pero esperamos ver la luz al final del túnel. El futuro del mundo pertenece a los pueblos y ese es el norte que debemos seguir, enarbolando la bandera de la dignidad, depurando generaciones, pero llegará una que hará brillar el sol de las reivindicaciones populares.
PUNTO CRITICO |
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