El cambio de horarios de las oficinas públicas es un paso acertado del Gobierno, no sólo porque la escasez de lluvias ha suscitado problemas en la producción de energía eléctrica, sino porque también servirá para la modificación de algunos nefastos hábitos de la población.
No se trata de que uno tenga los recursos para pagar por el consumo de energía eléctrica, sino porque nuestras hidroeléctricas no han generado suficiente cantidad y las empresas térmicas son dependientes del petróleo, que por estas fechas ha registrado precios máximos históricos.
La Secretaría de Energía, a través del ministro Danny Kuzniecky y la Autoridad de los Servicios Públicos han realizado llamados a la población y explicado la situación. Se hace necesario el ahorro de estos recursos energéticos para evitar los cortes escalonados del fluido eléctrico, han sentenciado.
Sin embargo, como es propio de nuestra cultura, hemos hecho caso omiso y se ha elevado el consumo de electricidad a niveles inéditos. Hemos demostrado poca conciencia ciudadana, a pesar de que, por ejemplo, el alza del combustible no nos ha afectado como en otros países, porque el Gobierno lo subsidia.
La medida gubernamental es urgente y servirá, entre otras cosas, para sacudir nuestra conciencia, porque no hemos comprendido la dimensión del problema. Esta es una medida que servirá para demostrarnos que tenemos que cambiar de actitud y dejar a un lado el egoísmo y la indiferencia.
Pero esto no debe ser sólo un asunto del Gobierno. En nuestras casas también debemos aplicar medidas ahorrativas y no dejar encendidos los televisores, ventiladores, bombillas, aires acondicionados, microondas, radios y otros artefactos.
La iniciativa del Gobierno es el primer paso urgente para evitar los cortes, pero también es una advertencia a la población para que cambie de actitud y se evite el despilfarro de energía.
Debemos tener conciencia de que la situación se ha tornado muy difícil y se impone la aplicación de medidas para evitar situaciones extremas, como ya se dijo, de racionamiento de energía. En los demás países de la región, el clima ha causado estragos y es usual la utilización de artefactos capaces de ahorrar energía eléctrica, sobre todo, bombillas y luminarias.
El cambio de horario de los empleados públicos también promoverá medidas entre la población para ahorrar energía en sus casas. Esto a su vez, permitirá una mayor vigilancia sobre el uso de los aparatos eléctricos y fomentará el orden y la disciplina.
Esta situación nos recuerda que en la década del 60 del pasado siglo, la Caja de Seguro Social trabajó en un horario parecido y complementaba los días sábados. Los tiempos han cambiado, pero las experiencias del pasado deberán servir para enfrentar el presente y el futuro.
Habrá quienes critiquen la medida, pero todas las acciones urgentes corren ese riesgo. Trabajar seis horas es asunto de adaptarse y producir con orden y disciplina para evitar los atrasos en las diligencias y trámites.