EDITORIAL
Locura y violencia
El asesinato de un miembro de la comunidad religiosa del país, conmueve los cimientos de una sociedad que se ve cada día atascada en actos de violencia que crece a ritmo vertiginoso.
Paralelamente a las conquistas del hombre en los campos que se suponen de desarrollo, se retrocede en los instintos humanos hasta llegar a alcanzar conductas propias de los primates.
Y los sentimientos de la humanidad que se suponen deben ser puros, se ven corrompidos por factores conocidos por expertos en la conducta, pero incontrolables dentro de los marcos del común social.
Los resentimientos, el rencor, los odios y todo el lado oscuro contrario al amor llevan a las personas a cometer actos criminales sin dejar huellas de conciencia y remordimientos en quien los ejecuta.
Panamá se ha visto envuelta en los últimos días en una marcada ola de salvajismo toda vez que aparecen tirados en los matorrales seres humanos mutilados y amanecen esposos descuartizados por otro ser que se supone querido, eso sin anotar los hechos de abusos sexuales a menores de edad, matar por matar y otros registros violentos dignos de la Edad Media.
Hoy, la muerte de un sacerdote llena una página más de la historia criminal del país, pero lo escalofriante de todos los crímenes es la frivolidad con que los autores realizan la ejecución.
Para llegar a un extremo de cometer un crimen con evidentes muestras de frialdad, sin discusión se sabe que se está frente a una persona con trastornos emocionales, con males mentales, que si bien tiene la capacidad de elegir cometer sus crímenes voluntariamente, no es indicativo de que actúa con la claridad de raciocinio que se supone distingue a la humanidad de los animales salvajes.
Y eso es alarmante. Pues los criminales comparten la mesa con sus víctimas, sonríen y hasta practican gestos amables por lo cual resultaría difícil identificar al potencial agresor. Lastimosamente después de cometido el delito es que se "cae en cuenta" que el sujeto de marras presentaba algunas anomalías en su conducta.
Pero ¿qué se puede hacer para detener una embestida de violencia salvaje en la sociedad? ¿Qué está llevando a crear individuos inadaptados y con inestabilidad emocional? ¿A quién corresponde realizar un análisis social y buscar los indicativos de que algo anda mal en los ciudadanos que componen la nación?
Sería fácil determinar los roles pero lo ideal es empezar a crear mecanismos de formación que lleven al individuo a escalar con estímulos teniendo una autoestima alta.
La salud mental de los panameños está afectada. La crisis económica, la desunión familiar, el licor, las drogas, los malos ejemplos de políticos corruptos, son algunos de los elementos que están llevando a la locura a un sector de la sociedad.
PUNTO CRITICO |
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