"¡Justicia!" es lo que claman los familiares del agente de seguridad Gil De León, de 52 años, asesinado por delincuentes que lo despojaron del arma de reglamento la madrugada del domingo mientras custodiaba un local comercial en Calle Primera de Vista Hermosa, corregimiento de Pueblo Nuevo.
"Chiquilín", como le decían cariñosamente a la víctima, laborada desde hacía 12 años como guardia de seguridad.
Tenía cuatro hijos de las edades 16, 15, 12 y 10 años, todos estudiantes.
"Chiquilín" vivía con su esposa en una humilde casa ubicada en la vereda El Pino, en El Valle de Urracá, en el distrito de San Miguelito.
Su hija de 15 años, llorando narró que su padre era una persona buena y atenta con ella y sus hermanos. Los últimos momentos que estuvo con ellos le entregó el dinero para el súpermercado y el pasaje a cada uno de ellos para la escuela.
El sábado fue a pagar la luz para la casa.
"Él siempre me regañaba, pero yo sabía que era para bien, además todo lo que hacía era por nosotros", aseguró la adolorida hija por la muerte del padre.
LA VICTIMA
Al momento de su muerte ejercía funciones en la Compañía Panamericana de Seguridad S.A. (COPASA).
Sus familiares aseguraron que nadie de esa empresa ha llegado a su casa ni para dar las condolencias, y piden el apoyo para el sepelio, ya que no tienen dinero.
El domingo, la humilde familia recibió la lamentable noticia. La cabeza de la casa había sido víctima de un robo por criminales que se encuentran libres.
"¿Atraparán a los asesinos?", cuestionó un miembro de la familia al mismo tiempo que lanzó el deseo de que ojalá las autoridades investiguen como Dios manda para hacer justicia.
INVESTIGACIONES
Las autoridades buscan pistas para ubicar a los asesinos del cuarto agente de seguridad muerto a manos de delincuentes que buscan armas para seguir delinquiendo.