Su sueño ya lo había trazado: conseguir un empleo digno, casarse, tener hijos y hacerlos profesionales.
Así fue que un buen día, cuando apenas cumplía los 18 años, Heradio Gómez Cedeño salió por los caminos improvisados de las tantas pisadas de la comunidad de Las Palmas, Los Santos, hacia la ciudad capital, aún sin rumbo fijo, pero con el propósito de trabajar para mantenerse y superarse con el paso de los años.
Un poco asombrado del vivir citadino, pero con su sueño entre ceja y ceja, tocó varias puertas en busca de un empleo, aunque este fuera pesado, pues con una sonrisa nos recalcó: "El hombre del campo es trabajador, y si un empleo le es muy fácil, consigue otro y otro para sentirse como en su ambiente interiorano".
En ese buscar, encontró un empleo, el que hasta hoy a sus 67 años mantiene y con el que ha sacado adelante a su esposa Elizabeth y a sus cuatro hijos.
Y es que Gómez es el celador del Instituto José Dolores Moscote, donde pasa horas revisando lo que está mal, para con su disposición ayudar en lo que esté a su alcance.
Él asegura que en el colegio se siente como en su casa, y con toda la razón, porque tiene precisamente, los 50 años de servicio que cumplió el conocido colegio. "La verdad es que en el colegio todos son respetuoso conmigo, y de cariño me llaman "Gordo".
Siempre estaré agradecido de la primera vez que me abrieron las puertas para un trabajo honrado".
Pero todo no termina allí, en una ceremonia relacionada con las actividades del colegio, se develó una placa en el Salón de Actos y, para sorpresa del hombre trabajador, ésta tiene su nombre. Dijo que ese reconocimiento lo ha llenado de orgullo, pero también de una melancolía que lo invade, y a la vez lo regocija.
Es necesario que los jóvenes crezcan con el respeto hacia sus padres, pero además que estudien para que sean personas de bien", puntualizó Gómez.