Cuando pensaba que empezaría a disfrutar la vida a sus 17 años, empezaron los malestares que serían el principio de una larga batalla.
Yarimethe Rodríguez, una joven de la comunidad 28 de Noviembre, en Arraiján, hoy día trata de ganarle la lucha a una enfermedad muy extraña, pero que no tiene cura.
Clínicamente se trata de la "Miastenia Gravis Generalizada".
Según Yarimethe los médicos le informaron que en Panamá hay seis personas con ese mal.
"Los síntomas frecuentes son mucha debilidad en mi cuerpo, se me dificulta la respiración, tragar los alimentos y sufro mucho agotamiento", precisó la joven que hoy tiene 26 años.
Su agradable sonrisa oculta la gravedad de esta infección que le ha truncado la oportunidad de emprenderse con normalidad en el campo profesional laboral y continuar sus estudios a nivel superior.
"Tras varias pruebas me diagnosticaron migraña clásica, me recetaron un tratamiento. Comencé a ingerirlo y por casi me lleva a la muerte, después de someterme a otras pruebas clínicas se dieron cuenta que la enfermedad era Miastenia Gravis Generalizada", contó.
"El 29 de junio, a los 19 años, me operaron para hacerme una timextomía, (cirugía conocida como de corazón abierto), me partieron el esternón. Todo esto he sufrido desde que me descubrieron la enfermedad", exclamó.
CONSUELO
El neurólogo Fernando Gracia y el cirujano toráxico Rafael Andrade le confesaron que la enfermedad no tenía cura. Como paciente tiene que limitarse y tener mucho reposo; debe evitar sofocarse porque esto la debilitaba. También le recomendaron abstenerse a tener bebés.
La joven quedó embarazada y durante todo ese tiempo sufrió mucho porque fue de alto riesgo. "Gracias a la voluntad de Dios di a luz una niña que está conmigo", enfatizó.
Pese a padecer de esta rara enfermedad ella tiene la esperanza de vivir una vida normal, pero dijo que sabe que no le será fácil porque no trabaja desde los 21 años, sus padres tampoco y su pareja lleva varios años preso.
SUFRIMIENTO
Desde los 17 años (ahora tiene 26) vive en una angustia constante, pues su enfermedad no tiene cura. Su vida está limitada a actividades sedentarias. Ve pasar el día y la noche sin esperanzas.