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Sin embargo, vivo en amargura y soy un inadaptado

Redacción | Crítica en Línea

¿Por qué será que ese muchacho es amargado? No quiere hablar con nadie en la oficina y su actitud es reprochable. Llega. No saluda a nadie y se enconcha. Si se asoma, es para no perderse de los comentarios de los demás, pero no lo hace para interactuar, sino para estar enterado. Es una manera de llevar más información a su disco duro: su cerebro.

Esta pregunta se la hacen millones de personas en el planeta Tierra. Muchos quieren conocer el por qué de la amargura sin saber que la respuesta está en el corazón de cada persona. El problema de la amargura es una intranquilidad. Es también un súper vacío muy silencioso que habita en el corazón de los seres que la padecen, que también suelen reprimirle -sin saber- cosas a Dios como ¿por qué permitiste que naciera con discapacidad? ¿por qué permitiste la muerte de mi hermano o de mi padre? ¿por qué gano bien en el trabajo, pero no me llevo con nadie? Son preguntas que denotan vacío espiritual.

Ese vacío del que hablamos lo experimentan grande personas "exitosas". Artistas, deportistas y políticos millonarios sienten también un vacío cuando reconocen que todo el dinero del mundo no puede comprarles la felicidad que ellos buscan.

¿Quieres saber qué te puede hacer feliz? Si de verdad estás interesado en ser feliz, lo único que tienes que hacer es una invitación. Descuida, no tiennes que comprar una tarjeta de invitación. Es más sencillo. Sólo tienes que buscar el rincón más privado de tu casa donde puedan estar en secreto tú y Él. Háblale como a un amigo y dile que te sientes arrepentido (a) de tus pecados y que estás cansado (a) de vivir así. Además, reconoce que Jesús murió por tí. Sí amigos, estás hablando con Dios. ¿En verdad puedo hacerlo? Sí. Dile a Dios que te quite la amargura de tu corazón y que te regale paz. Dile también que quieres ser un buen compañero (a) de trabajo y que quieres que Él gobierne tu vida. No te olvides de decir al final: "Te pido todo esto, oh Dios, en nombre de tu hijo Jesús, quien derramó su preciosa sangre por mi desde antes que naciera". Amén.



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