Todo lo que desechamos se convierte en basura, ya sea orgánica e inorgánica. Este es el significado más directo para llamar a los desperdicios, pero ¿cómo podríamos definir una composición de palabras que diga recolección de basura?
Cualquier persona podría definir que esta es la acción o efecto de recoger un desperdicio, sin embargo, en materia comercial esto se traduce en un significado mayor, pues se trata del proceso mediante el cual una empresa recolecta los desechos orgánicos e inorgánicos de los humanos para depositarlos o tratarlos en un vertedero o una planta especial a cambio del pago por este servicio diario.
El segundo significado es el más apropiado para definir las funciones de cualquier empresa que se dedique a este servicio, pero ¿qué ocurre cuando a una empresa le cancelan el contrato por incumplimiento?
Si este es el caso, el gobierno local que logre eliminar este tipo de actividad, bajo el paraguas legal, debe estar consciente que tendrá la obligación de buscar la manera para que a los ciudadanos se les recoja sus desperdicios, ya que se les está cobrando de una forma u otra.
El ejemplo más claro de esta situación es CREDESOL. La empresa ha sido inhabilitada para seguir operando, pero el problema de recolección continúa. El usuario se enfrenta a una situación que afecta su economía, pues tiene que pagar por fuera porque nadie le recoge su basura y le siguen descontando la tasa de aseo por un servicio que no recibió a través de los recibos del agua.
Ante esta situación, se apela a los organismos locales y a los estamentos de salud para que definan una estrategia clara que impida la proliferación de plagas producto de la acumulación de basura y busquen la fórmula para que alguien preste un servicio de calidad.