En las organizaciones el poder se obtiene en la medida que se asciende de cargo, y una vez alcanzado es difícil aceptar que puede perderse, por lo que en algunos casos suele presentarse el deseo de aferrarse a él de una manera enfermiza, la cual conlleva al individuo a realizar cualquier cosa para evitar ser desplazado.
Tal podría ser la razón que motiva a los que ya están laborando en una empresa a evitar que los "practicantes" se desarrollen y terminen ocupando su lugar.
Esa necesidad de mantenerse seguro puede compararse con un relato presente en la mitología griega. ¿Se acuerdan de Cronos? Tenía tanta sed de poder que atentó contra su padre Urano con la intención de ocupar su lugar. Urano mal herido, le maldijo a experimentar la misma suerte en manos de sus hijos, así que Cronos decidió devorarlos al nacer.
Claro que sería absurdo imaginar a un supervisor devorándose a un subordinado, pero literalmente hablando algunas pràcticas podrían ser consideradas similares al relato anterior.
Uno de esos ejemplos podría ser el de un practicante de contabilidad que es subutilizado para servir café, responder el teléfono, archivar papeles y hasta buscarle el almuerzo a todos los empleados de una departamento; pero el tocar una hoja de débito o una simple sumadora llega a convertirse en un sueño frustrado.
Esta es la acción que muchos supervisores están asumiendo para estancar a los auxiliares, sin darse cuenta o sin importarles que no les dan a las "promesas del futuro" la mínima oportunidad de que puedan sopesar sus destrezas, debilidades, anhelos o inclinaciones profesionales.
En fin, muchos hablan de que los planes educativos de las escuelas secundarias y universidades no están acordes con la realidad. Pues bien, las prácticas profesionales podían considerarse la salvación del estudiante, considerando que iba a despertar a la realidad que le espera en el mercado que eligió. Pero si esto no es así, qué o cuáles oportunidades le estamos dando a los jóvenes de nuestro país.