Al ver la humilde jarra de plástico llena de agua, pensé en lo ocurrido días atrás en Bocas del Toro. Allí centenares de personas sufrieron diarreas y vómitos por culpa de agua contaminada.
Pero ese domingo seis de abril estaba muy lejos de Bocas. Además el agua del poblado de Chicá es fresca, según he pensado siempre. Es que por estar en Cerro Campana tiene que ser agua pura...
Así que me tomé sin miedo varios vasos de agua, que me sirvieron para "bajar" un delicioso arroz con guandú y pollo guisado, aparte de un sancocho "fuera de serie".
Eso ocurrió en una sencilla fonda, donde me enteré que el "boom" de la venta de lotes caros también llegó al tranquilo pueblecito, conocido antes por sus dulces naranjas.
En cuestión de un año se han multiplicado las viviendas de veraneo en Chicá, así como algunos restaurantes (fondas), donde vi a turistas disfrutar de momentos agradables, con una brisa fresca.
Estábamos haciendo turismo interno por sitios cercanos a la ciudad capital, para ahorrar combustible. Cerro Campana sigue con su paisaje "al estilo suizo".
No me extrañaría que pronto sea un codiciado sitio turístico, aunque esté en medio de una reserva forestal.
A la semana siguiente la cita dominguera fue en la Feria de La Chorrera. Esperábamos encontrar un desorden debido a los problemas administrativos que tuvo su patronato, pero no fue así.
Una esperada lluvia de invierno refrescó la Feria, aunque ahuyentó a algunos visitantes.
Tenía curiosidad por conocer la nueva ampliación de la carretera que conduce a La Chorrera. Está amplia, pero con curvas y subidas que exige manejar con cuidado.
Tiene problemas de desag�es. La lluvia causó charcos en algunos lugares que molestaban el manejo.
Como sucedió el año pasado, "brillan por su ausencia" los letreros que orienten al turista hacia la Feria.
Pero hay personas que se desviven por explicar cómo llegar, como una joven despachadora de una bomba de gasolina. Dejó de atender a clientes para hacernos un mapa... (gracias).
Bien organizada estaba la feria, con variados atractivos. Se le critica el mal estado de las calles internas, que con la lluvia se convirtieron en lodazales.
Artesanos de aquí y de otros países mostraban sus curiosos productos. Abundaba la comida, distracciones para niños y hasta su tradicional zoológico.
Han sido dos domingos distintos, pero entretenidos.
