Como si no fuera suficientemente molestoso aguantar a los imprudentes que hablan en voz alta durante las películas, desde hace unos 10 años los panameños que nos jactamos de cinéfilos hemos hemos tenido que sufrir a esa nueva estirpe de distractores en la sala de cine: los habladores por celular.
Es fácil distinguir a una persona que gusta del cine de una que solo llega porque fue jalado por sus amigos, o porque no tenía dinero para la discoteca, o porque sencillamente no quería quedarse en su casa.
Los cinéfilos llegan temprano al cine para comprar sus boletos, compran adelantadamente su pop corn y su soda, y hacen la fila tranquilamente, conversando con sus compañeros sobre cómo estará la película.
Cuando llega el momento de entrar a la sala, busca por lo general los asientos del bloque central. En los cines nuevos, construidos para tratar optimizar la experiencia de audio y video desde cualquier asiento, los mejores puestos resultan ser los de la última fila, exactamente debajo del proyector. Las cuatro filas inferiores también sirven. Ahí verán a la mayoría de los amantes del cine.
Los que hacen escándalo y hablan por celular se hacen notar inmediatamente, porque no pueden parar de hablar en voz alta. Sueltan carcajadas y hacen peleas de pop corn. El tema de conversación no tiene absolutamente NADA que ver con la película, y lo más cómico: solo hablan de la cinta para preguntar qué es lo que está pasando en la pantalla. ¡Claro, cómo no van a estar perdidos, si ni siquiera están poniendo atención!
Lo anterior demuestra que hay tipos de entretenimiento dirigidos a cierta clase de personas. Todos tienen derecho de entrar al cine, pero pareciera que no todos tienen la capacidad de disfrutar de una cinta, ni mucho menos de dejar a los demás disfrutarla.
Para este tipo de personas hay otras formas de pasar el rato: en Panamá hay muchos bares y discotecas donde se van a sentir como pez en el agua. Después de todo, ahí hay que gritar para que te escuchen, porque la música está muy alta.
Pero está claro que el cine no es lo de ellos. El cine requiere mantener la atención en la pantalla para poder seguir la trama, y hablar en voz baja para no estropear la experiencia a los demás que también pagaron un boleto y tienen todo el derecho de disfrutar de su película en paz.