Cristo venció y a través de su sangre preciosa, los pecadores arrepentidos de corazón podrán alcanzar la vida eterna. Hoy es un buen momento, tal como lo instituyó Jesús, para conmemorar su muerte, pero los panameños debemos ir más allá. Es el momento de asimilar sus enseñanzas y aplicar el significado de la cruz.
En el Antiguo Testamento, la única manera que los hombres tenían para que Dios les perdonara sus pecados era a través del sacrificio de un cordero limpio, puro y sin manchas. Recordemos que el pecado vino al mundo por la desobediencia de Adán y Eva.
Fue por ello que Dios no se comunicó más directamente con los hombres. El pecado se convirtió en la barrera. En un gran obstáculo que no dejaba escuchar la voz del Altísimo, pero que ahora es posible alcanzar a través de Jesús. Bien lo dice la Biblia: Nadie viene al Padre sino por Mí.
A quienes acudan hoy a las dramatizaciones de la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo, deben enfocarse en que lo que están viendo es el sacrificio de un hombre por los pecados de la humanidad. Cristo fue llevado al matadero como cordero, limpio, puro y sin manchas, porque a pesar de que el diablo le intentó tentar, nunca pecó.
Hay oportunidad para la humanidad, sobre todo para los hombres perdidos por el pecado, llámense fornicaciones, asesinatos, falsedades y demás. Hoy día, gracias a este sacrificio, muchos hombres y mujeres han alcanzado la salvación confesando sus pecados y aceptando que Cristo es el Señor, Dios hecho hombre que convivió entre nosotros para dar su vida por el mundo.
Su Espíritu Santo se ha quedado con la humanidad para buscar la salvación de todos, para que no se pierdan y tengan la vida eterna. El sacrificio perfecto, que recordamos hoy, está hecho.