"Buena parte de nuestra felicidad depende de la cantidad de besos que nos dan o damos", dijo un especialista.
Cada beso que se da consume 12 calorías. Quizás sea porque para emplearnos en ello, debemos mover hasta 36 músculos, o bien porque las pulsaciones del corazón aumentan de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros, publicó el diario El Mundo.
Al parecer, la huella de cada ósculo viaja hasta el cerebro, no sólo deja rastro en nuestra memoria sino que interviene en un gran número de circuitos neuronales.
Al parecer, al juntar nuestra boca con la de otra persona, el sistema límbico, situado en el centro del cerebro, se encarga de transmitir esta información a otras áreas como la corteza o al tronco del encéfalo que regula los mecanismos vegetativos de la respiración, el ritmo cardiaco, la tensión arterial, el tono muscular, la salivación o la secreción hormonal.
Según diferentes estudios científicos, cuando besamos apasionadamente se liberan un buen número de hormonas, como las endorfinas, que generan una sensación de bienestar y tienen efecto analgésico.