Como un "hombre sin miedo al trabajo" y dispuesto a realizar cualquier labor de plomería, construcción e inclusive la venta de chorizos en la calle, para sostener económicamente a su familia; además de cariñoso, fue catalogado Omar Arias, uno de los dos trabajadores que murió sepultado, mientras realizaban trabajos de instalación de tuberías en el proyecto habitacional El Valle de Las Praderas.
Rufino Arias, padre de Omar, indicó que su hijo era el menor de seis; tenía apenas tres semanas de haber comenzado a trabajar en el proyecto.