El Evangelio nos enseña que Jesús, agonizando en la cruz, "...murió por nuestros pecados y que, por lo tanto, estamos libres de ellos...". Yo digo que eso es ¡mentira! Porque todavía vivimos en el pecado y por esta razón Nuestro Señor Jesucristo todavía agoniza.
Agoniza en cada niño que es abandonado por una mala madre. Agoniza en cada niño que es maltratado física, moral y psicológicamente. Agoniza en cada cónyuge que es maltratado física, moral y psicológicamente. Agoniza en cada comunidad que no goza del beneficio del suministro de agua potable, en forma constante y confiable.
Agoniza en cada padre de familia al que se le niega el derecho al trabajo. Agoniza cada vez que, como políticos, le mentimos al pueblo. Agoniza cada vez que como supuestos cristianos - católicos especialmente - hacemos "mandas", o nos postramos ante la imagen de Jesús, sólo para pedirle que nos siga protegiendo durante la comisión de nuestros delitos (robos, asesinatos, tráfico, distribución y consumo de drogas, sin descartar el lavado de dinero, y demás actos deshonestos).
Agoniza Jesús cada vez que, so pretexto de "nuestra superación", tomamos de peldaño al prójimo para alcanzar fines o metas mal logradas.
Agoniza Jesús cuando le negamos un bocado de comida a un menesteroso, e igualmente cuando, hacemos el papel de menesterosos para "comer sin trabajar".
En fin, cada vez que nos apartamos del buen vivir, o no practicamos la solidaridad, estamos perpetuando la agonía de Jesús en la Cruz, y cada vez que hacemos llorar a un niño, esas lágrimas representan la agonía más profunda que todavía sufre Jesús por nuestra culpa... Cristiano, sé sabio y comienza a bajar a Jesús de la cruz, donde todavía lo tenemos clavado con nuestras iniquidades.
¡Au Revoir!