Érase una vez, un príncipe encantado que llegó a un país, con un larga capa de terciopelo en un hermoso carruaje.. en otra época así iniciaría la historia, pero los príncipes de ahora son más modernos, humildes y rodeados de causas nobles.
Las brujas hechiceras y los sapos son cosas del pasado, por lo menos para el Príncipe de Bélgica, Philippe, o en español, Felipe.
El Duque de Brabant, como también es conocido por ser el primero en la línea de sucesión al Trono, arribó a Panamá el 25 de marzo junto a una numerosa delegación para una misión comercial y una serie de acuerdos con Panamá que duró tres días.
Un elegante traje gris ratón, con una corbata, un poco anticuada en color naranja, era el vestuario del hijo Rey Alberto II y la Reina Paola, a su llegada a Panamá.
A simple vista se notó que el heredero al trono de Bélgica, no es una aficionado de la moda, más bien un amante de la política. Y es que el Príncipe, de 48 años, quien estudió en una escuela militar, obtuvo en la Universidad de Stanford una Maestría en Ciencias Políticas.
UN VIAJE REAL
La mañana del viernes, madrugamos para acompañar al Príncipe Philipe al proyecto de generación energética que la compañía franco-belga GDF Suez tiene en Cativá, Colón. Aunque llegamos desde tempranas horas a la cita, no fue hasta pasada el medio día cuando él llegó al lugar.
Lucía muy sencillo, si no dicen que ese era el Príncipe nadie se lo imaginaría. Recorrió el lugar con un casco, chaleco fluorescente y lentes de protección, como lo hicimos todos los que estábamos en el lugar, sin poner ninguna objeción.
La pregunta que más se escuchaba en el lugar era, ¿Cuál es el Príncipe?, y es que el padre de la primera mujer que reinará Bélgica, gracias a la ley que concede la igualdad de derechos entre hombres y mujeres para acceder al trono; vestía una camisa celeste, sin corbata y unos zapatos, nada a la moda. Rodeado de pocos guardaespaldas, comía junto a todos los que estaban en el lugar, conversaba y sonreía, aunque jamás dijo ni una sola palabra al público, que tan sólo esperaba por él.