Las unidades del Tránsito de la Policía Nacional merecen el reconocimiento de toda la ciudadanía. Su trabajo no cesa durante el año y se ve incrementado durante las fiestas que en nuestro país no son pocas. Sin embargo y a pesar de todas las precauciones tomadas y los reglamentos aplicados, es difícil ubicar a todos los que de alguna manera rompen las normas que rigen la circulación vehicular.
El asunto se torna complejo a partir del mes de noviembre cuando se celebran las fiestas patrias. Posteriormente, llega la Navidad y el Año Nuevo, para después continuar con los carnavales y la Semana Santa. Son cinco meses continuos de afanoso trajín por parte de los agentes del tránsito. A esto debe añadírsele, el complejo sistema de circulación de la ciudad con sus enajenantes embotellamientos.
Estos funcionarios realizan esfuerzos inconmensurables por mantener el orden y hacer cumplir las reglas del tránsito. Deben enfrentar en ocasiones la hostilidad de los ciudadanos, sobre todo de algunos jóvenes que han crecido sin conocer el respeto hacia las autoridades. No queremos reconocer que un llamado de atención a tiempo puede salvarnos la vida.
La situación en Panamá se ha vuelto difícil porque nos hemos convertido en personas problemáticas, sin capacidad para el diálogo. Este es un país donde los poderosos y los ricos gozan de la mayor impunidad. Por gusto se crean las leyes porque quienes cuentan con una gruesa cuenta bancaria no responden a ninguna.
La modificación del formato de las licencias de conducir, en el ámbito administrativo, no ha servido de nada. La reforma de la ley del tránsito tampoco. Nada mejora y esto podemos confirmarlo si investigamos los casos de colisiones y fuga y los fallecidos en accidentes.
Hace falta equipo para que los agentes del tránsito puedan cumplir su misión de forma eficiente. Hace falta personal y el cumplimiento de las leyes, sobre todo para hacer pagar a aquellos conductores que cuentan con recursos económicos y han afectado a otros con su insolvencia ciudadana y su mala voluntad.
Si hacemos una comparación con Colombia, donde se intensifican los secuestros, con Iraq donde aumenta el terrorismo, podríamos decir que en Panamá es usual el incremento de los accidentes de tránsito ocasionados por conductores irresponsables que en ocasiones son encumbrados personajes que no se amparan en la impunidad o se dan a la fuga.
Pero ha de llegar el día en que las personas que hemos sido afectadas por accidentes de tránsito y aquellas cuyos parientes han fallecido por estas causas, así como aquellos que no han podido cobrar los daños materiales ocasionados a sus vehículos porque los responsables de la colisión se dieron a la fuga, todos juntos, buscaremos la forma de hacernos sentir ante la faz pública.
