En menos de una semana, las autoridades panameñas han participado en la incautación de más de 30 toneladas de cocaína. Primero fue a bordo de un barco que zarpó de puertos panameños y luego en alta mar fue cargado de cocaína. En ese caso se capturaron 11 toneladas de droga. Luego el fin de semana, se incautan 20 toneladas de cocaína en otra embarcación cerca de Coiba.
Esos decomisos revelan la existencia de un gran tráfico de narcóticos procedente de Colombia. En lanchas rápidas que ingresan a nuestro mar territorial se produce la ilegal actividad. Ya no se trata de unos cuantos kilos de cocaína, ahora estamos frente a operaciones a gran escala.
Los carteles del narcotráfico parecen ahora preferir el envío de grandes volúmenes de droga para tratar de coronar sus embarques en vez de remitir a sus potenciales mercados cargamentos de 100 ó 300 kilos.
Esa misma situación se produce en cuanto al lavado de dinero. Ya en México se descubrió en una caleta que uno de los narcotraficantes mantenía 200 millones de dólares en efectivo. En Colombia, se detectó otros escondites donde uno de los capos guardaba cerca de 50 millones de dólares.
Esas cantidades de drogas y de efectivo demuestran el nivel de las operaciones del narcotráfico. Con ese poder económico logran penetrar a todos los estamentos de la sociedad, sobre todo a los cuerpos de seguridad que deben investigarlos y reprimirlos.
Así las cosas, se deben reforzar los esfuerzos para combatir ese flagelo.
Se trata de una lucha multinacional, que involucra a países productores, de tránsito, consumidores y los que cuentan con plataforma financiera que puede ser utilizada para el blanqueo de los capitales.
Con semejantes recursos de esos grupos al margen de la ley, se hace difícil la lucha antidrogas, pero no imposible si se cuenta con funcionarios, profesionales y empresarios honestos, que no se dejen tentar por el dinero sucio del narcotráfico.