Japón está al borde de una catástrofe nuclear. El drama nipón es doloroso. No se termina de hacer el inventario de víctimas por el terremoto de 9 grados y el posterior tsunami, cuando llega una pesadilla peor: fuga radiactiva.
Ya hay quienes hablan del Apocalipsis y advierten que todo está fuera de control en ese país.
El daño en las centrales nucleares utilizadas para generar energía preocupa a todo el mundo y obliga a revisar los sistemas de seguridad en las naciones donde hay instalaciones similares.
Panamá no tiene -gracias a Dios- centrales nucleares, pero hay otras industrias que manejan material peligroso y por el Canal transitan barcos que transportan desechos nucleares. Lo sucedido en Japón era impensable, pero ocurrió, y hay que tomar nota de esa terrible experiencia y revisar los protocolos de seguridad.
Ya se ha comprobado que a pesar de los diques de hormigón, los reactores nucleares se funden.
Si bien es cierto que ese tipo de instalaciones producen el 14% de la electricidad que se consume en el mundo, hay que preguntarse si no existen formas menos peligrosas y más económicas de generar energía.
El pánico nuclear que hay en Japón, también se siente en el resto del mundo, pero ojalá que ese temor se traduzca en mayor responsabilidad y preocupación de los ciudadanos del mundo por la protección ambiental y que no sea una moda pasajera que se disipe tan pronta desaparezca el peligro.