Es imposible crecer de forma ilimitada con recursos limitados. Hay que reducir la producción y el consumo, ya que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Las sociedades occidentales abusan y destrozan los recursos naturales. Uno de los indicadores es la huella ecológica, la cantidad de superficie que una persona necesita para mantener su estilo de vida. Esta huella ecológica era en 2004 de 1.25 planetas Tierra, según los pronósticos alcanzará dos Tierra en 2050. La huella ecológica igualó la capacidad del planeta en 1980 y se ha triplicado entre 1960 y 2003. El Banco Mundial también estima que, para asegurar el bienestar de la humanidad, la producción debería ser en 2050 cuatro veces superior a la actual, algo inconcebible, si se toma en cuenta la escasez de materias primas.
Este consumo sin freno no afecta a todo el planeta. "El mundo es grande para satisfacer las necesidades de todos, pero pequeño para la avaricia de algunos", decía Gandhi. Por ello, el 80% de las personas vive sin coche, frigorífico o teléfono y el 94% no ha viajado nunca en avión. Mientras, Estados Unidos y Europa consumen de media 8.4 veces más que la media mundial. La tercera parte de la población norteamericana es obesa, tendencia que sigue la Unión Europea. La sociedad de consumo y la publicidad ligaron el tener al ser. En Estados Unidos la renta per cápita se triplicó desde 1960, en 2005 el 49% de los norteamericanos estimaba que la felicidad se hallaba en retroceso.
Los países empobrecidos son los que sufren con mayor dureza las consecuencias del agotamiento de recursos. Se puede decir que practican un decrecimiento natural impuesto por las sociedades occidentales. Por el contrario, su gente mantiene prácticas comunitarias de ayuda y esfuerzo compartido. Le dan valor a las cosas que realmente lo poseen. Tenemos una deuda económica, ecológica y moral con estos países y también con las generaciones venideras. Debemos desaprender el "cada vez más" del capitalismo despiadado. No debemos confundir valor con precio. "No es feliz quien más tiene, sino quien menos necesita", dice el dicho que tiene hoy más valor que nunca.