"Mi negrito lindo, porque te me fuiste", fueron algunas de las palabras que se escuchaban cuando amistades y familiares de Edgar Alfredo Reid González, de 23 años, alias "Pirri", formaban la fila para ver el cuerpo que descansa dentro de un féretro, color dorado.
"Pirri", vestía una chaqueta color crema, un suéter negro con rayas blancas, una gorra negra y sobre su pecho fue colocado un crucifijo.
Sus labios entreabiertos, mostraban un leve gesto y dejaban ver un diente de oro.
La Basílica Menor Don Bosco, estaba llena de personas, en su mayoría jóvenes, que convivieron con "Pirri", hasta el último momento en que fue asesinado a tiros, supuestamente por integrantes de una banda rival, en los estacionamientos de Patio Pinel, corregimiento de Santa Ana.
Su madre visiblemente afectada era consolada por las personas más allegadas, pero su dolor es indescriptible, porque éste es el segundo hijo que en menos de un año, perdió producto de las disputas entre pandillas.
Frente al ataúd permanecía parado un joven muy parecido a "Pirri", que vestía una atuendo similar al del difundo y que con su imponente mirada dejaba ver el dolor que sentía por dentro.
El sacerdote que ofició las honras fúnebres manifestó en su homilía que " el alma de un cristiano nace para vivir y no matar". El padre exhortó a los familiares y amigos de "Pirri" a perdonar a sus enemigos y poner un alto a la cadena de crímenes , porque de lo contrario la muerte de "Pirri" habrá sido en vano.
En la iglesia estaba varias unidades de la Policía Nacional, cuidando que no sucediera ningún hecho que lamentar. Informes policiales revelan que "Pirri", era el cabecilla de la pandilla "Los Bebes" , que opera en Santa Ana.
Los restos mortales de "Pirri" fueron conducidos hacia su última morada: El cementerio de Corozal, muy lejos del barrio que lo vio crecer, correr y que fue su último hogar: La Barraca Don Bosco, en la Avenida Ancón.