Esperemos que el reciente encontronazo callejero entre el Ministro de Gobierno y Justicia, José Raúl Mulino, y los gremios obreros que salieron a las calles la semana pasada, no dicte la tónica de próximas protestas que ya han sido convocadas para los próximos días, entre ellas las de algunos gremios docentes, y otras movilizaciones organizadas bajo el paraguas del Frente por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO).
El gran problema en el estilo de las protestas en Panamá radica en que un grupo de personas, luchando por lo que consideran sus derechos, obstaculizan el derecho de terceras personas de llegar a sus casas y sus trabajos, al trancar varias de las principales calles y avenidas de la ciudad capital.
En las últimas dos décadas varias de estas protestas han terminado en disturbios acompañados por vandalismo y saqueos de empresas privadas.
Varias alcaldías del país, comenzando por la de la ciudad capital, han acompañado al gobierno en su advertencia a estos grupos sobre obstaculizar el libre tránsito. Y aunque tienen razón en este punto, las fuerzas del orden público deberán ser prudentes en el escenario de estas futuras protestas.
Una represión injustificada o exagerada causará heridos y quizá muertos, y acentuará la reacción de elementos que solo buscan el caos. Tampoco se puede hacer el juego a algunos elementos que tras bambalinas intentan crear un clima de inestabilidad para sacar provecho político.