A menudo, los niños comentan que tienen un novio o una novia en clase. Incluso, pueden contar que les han dado un primer beso. Pero los niños no se enamoran. "Antes de llegar a la pubertad, todavía no están preparados biológicamente para segregar las sustancias químicas que regulan la atracción física", explicó un pediatra. Tampoco están equipados cognitivamente para desplegar su potencial afectivo ni llevar a la práctica el concepto de "elección mutua", propio del enamoramiento.