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¿Y cuál es el camino?

Rómulo Emiliani | Monseñor

Si usted quiere ser feliz, aspiración de todo ser humano, debe buscar el camino que llegue a ese término y le expongo en estos pasos unas pistas para encontrar tal sendero.

1-Tome conciencia de que no hay felicidad ni estable aquí en la Tierra y que además la misma no consiste en obtener desesperadamente cosas, sino en mantener un equilibrio emocional y mental en medio de la agitación y convulsión de un mundo caótico, y la satisfacción profunda de sentir que se está cumpliendo una misión que trasciende a uno.

2-La felicidad está en sentirse conectado con la vida, que en armonía se manifiesta en todo el Universo y de la cual uno forma parte y es protagonista de su desarrollo. No estamos solos y vivimos íntimamente enlazados con todo lo que es y desde el respirar con ánimo, el caminar con brío, el pensar positivamente y el amar incondicionalmente, todo lo que hagamos repercute para bien del todo.

3-La felicidad consiste en tener tan mala memoria de todo lo malo que nos ha pasado, desechando en el basurero del olvido ofensas, ultrajes y fracasos, sabiendo perdonar a los que han actuado mal y perdonándose uno a sí mismo, sabiendo que lo negativo del ayer es una carga muerta tan pesada que arrastrarla nos impide seguir el camino.

4-La felicidad tiene que ver con no esperar obsesivamente resultados, porque estos dependen de tantos factores externos que no podemos controlar.

5-"Muéstranos al Padre", le dijo Felipe a Jesús y Él respondió: "Quien me ve a mí, ve al Padre". Y también dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Cristo es el camino hacia el encuentro con el Dios vivo, santo e infinitamente amoroso.

Porque ser feliz consiste en amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y todas las fuerzas y en amar al próximo como a uno mismo. La felicidad entonces consiste en: amar, amar y amar sin esperar recompensas, asumiendo todas las consecuencias de esa entrega total, en donde nos vamos inmolando por la causa del Reino, hasta consumirnos, gastarnos y desgastarnos como Jesús, quien vertió por nosotros hasta la última gota de sangre y agua. Así seremos invencibles a la opresión.




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