La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante.
Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor -la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico-, ¿qué puede haber más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor.
El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra.
La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Iniciación Cristiana del Adulto, n.º 25).
Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha "contra los dominadores de este mundo tenebroso" (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.
Extracto del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2011.