Metallica "destruyó" el Figali Convention Center, y dejó a más de 10 mil fanáticos exhaustos, molidos y disfónicos, pero contentos.
La primera visita de la legendaria banda de metal, fundada en 1981, fue un éxito rotundo, y esto ya se percibía, pues desde las 4:00 p.m. del día anterior al concierto (domingo), los fanáticos más acérrimos comenzaron hacer fila. Para las 3:00 p.m. del lunes, la cola se contaba por los miles, a pesar de que James Hetfield (guitarra y vocales), Kirk Hammett (guitarra líder), Lars Ulrich (batería) y Robert Trujillo (bajo) no comenzarían a tocar sino hasta las 9:20 p.m.
Eran oleadas y oleadas de personas, muchos pasaron hasta 12 horas seguidas sin sentarse. Podían verse banderas venezolanas y colombianas. También hubo fuerte presencia de ticos, quienes tuvieron que viajar desde su país para poder ver por primera vez a la banda, ya que los boletos para el "show" de San José se vendieron en solo 4 días.
Los teloneros Mastodon salieron a las 7:20 p.m., y tuvieron una buena recepción de los asistentes, a pesar de que el 90 por ciento jamás había escuchado una canción de ellos.
La espera de 40 minutos para la salida de los reyes del metal se hacía eterna, hasta que "The Ecstasy of Gold", el tema introductorio de todos los conciertos de Metallica, hizo correr la adrenalina de los fanes. A las 9:21, "Creeping Death", y el Figali Convention Center hizo erupción. Por fin, Metallica había llegado a Panamá.
Lo que siguió fue una selección de temas clásicos, como "For Whom The Bell Tolls", "Enter Sandman", "Harvester of Sorrow", "Sad But True", "Blackened", "Fade to Black", "Nothing Else Matters" y "Master of Puppets", alternados con "singles" de su último CD "Death Magnetic", que para muchos fue la reivindicación de la banda con sus creyentes. De este álbum, tocaron "That Was Just Your Life", "The End of The Line" y "Cyanide".
"Metallica ama a ciudad de Panamá. Ahora son los nuevos miembros de la familia Metallica", vociferó James Hetfield, y el público le devolvió ese amor con saltos, frenesí y cantando todos los clásicos.
El cierre fue con la brutal "Seek and Destroy", tras lo cual la banda se quedó unos minutos para saludar al público, regalar púas de guitarra, bolillos de batería y posar con la bandera de Panamá.